Época: Grecia ClásicaI
Inicio: Año 480 A. C.
Fin: Año 425 D.C.

Antecedente:
Esparta y la Liga del Peloponeso



Comentario

La gloria también fue para Pausanias, pero, según se decía, había hecho un monumento en que se atribuía personalmente los méritos de la victoria, con lo que faltaba a la práctica propia de los espartanos y, en general, de los ejércitos hoplíticos, consistente en actuar colectiva y solidariamente, para que los méritos correspondieran igualmente a la colectividad. Después, al mando de la flota, recupera Bizancio de manos de los persas, pero inmediatamente empiezan a quejarse los griegos del trato tiránico que recibían de él, que se había hecho una guardia oriental y andaba por la ciudad como un reyezuelo al servicio del rey de los persas. La agudización de los aspectos individualistas que habían comenzado a fraguarse en su autoelogio posterior a Platea llega a su extremo al adoptar esas formas típicas del despotismo oriental. Los espartanos lo hicieron volver como objeto de una acusación, para someterlo a juicio, porque pretendía convertirse en tirano. Al parecer, prometía la libertad a los hilotas. Junto con los aspectos formales que podían hacer pensar en ese tipo de proyecto, el hecho mismo de pretender, frente a la opinión dominante, continuar con el control del Egeo y liberar a los dependientes, para crear un demos libre capaz de actuar, al menos en sus posibles pretensiones, como actuaba el demos ateniense, elemento básico de la expansión naval, hace pensar que en la acusación contra él podría haber algo de verdad, pues respondería así tardíamente a la figura de los tiranos, instrumento de liberación del pueblo en vías de caer en la servidumbre, al tiempo que efecto y vehículo de las transformaciones vinculadas al nacimiento de los intercambios de la edad arcaica. En las vicisitudes de la biografía de Pausanias, absuelto, refugiado entre los persas y nuevamente condenado, se interfieren las relaciones con Atenas y el desarrollo inicial de la Liga de Delos, al mismo tiempo que las acciones de Temístocles, enemigo de los espartanos pero acusado de colaborar con Pausanias, lo que revela a medias ciertas coincidencias cuya naturaleza de fondo no aparecen claras.
Los espartanos no querían continuar con la hegemonía, una vez que ésta se convertía necesariamente en hegemonía marítima y se traducía en acciones ultramarinas, con una flota que imponía formas de liberación como la propuesta por Pausanias. Sin embargo, de una anécdota de Éforo transmitida por Diodoro Sículo se desprende que ésa fue la opinión dominante, impuesta por la gerusía, como órgano más representativo de la oligarquía que acaparaba el poder, minoría dentro de la minoría de los espartiatas. Las noticias de la pérdida del dominio marítimo habían levantado protestas, así como la contrapropuesta consistente en recuperarlo para bien de Esparta y de los espartiatas. Diodoro dice que era ésa la opinión mayoritaria entre los jóvenes, pero que uno de los Heráclidas se impuso por su prestigio, al preconizar que el tipo de dominio no era propio de Esparta sino de Atenas, y que sólo provocaría problemas, sin duda los derivados de las transformaciones sociales que necesariamente llevaba consigo.