Época: Ilustración española
Inicio: Año 1700
Fin: Año 1800

Antecedente:
Las Luces en Ultramar

(C) Carlos Martínez Shaw



Comentario

La producción del pensamiento económico hispanoamericano no fue ni abundante ni original. De hecho, resultan escasos los escritos conservados, que se mueven por lo general dentro de un eclecticismo que suma al predominante mercantilismo tardío la incorporación de algunos elementos fisiocráticos y la reflexión sobre una realidad distinta de la metropolitana, aunque por lo general en una elaboración conciliadora que no contesta el sistema colonial.
De esta forma, las fuentes de inspiración más citadas suelen ser los ilustrados españoles (especialmente, Campomanes y Jovellanos) y, sobre todo, los mercantilistas italianos del siglo XVIII (Filangieri, Genovesi, Galiani), mucho más que los trabajos de Quesnay o, ya muy tardíamente, de Adam Smith. Asimismo, la fórmula más utilizada es la propuesta de iniciativas de fomento (ya sea de un sector productivo o del conjunto de una economía regional), la sugerencia de reformas que permitan movilizar los recursos americanos sin que tales medidas puedan resultar contradictorias con el paralelo crecimiento de la metrópoli. De este modo, si la conciencia de un posible conflicto entre los intereses americanos y los metropolitanos no es perceptible en los escritos de economía política del siglo XVIII, esta posición conciliadora se aviene perfectamente en el plano político con la confianza en la viabilidad del Despotismo Ilustrado y por tanto con la fidelidad a la Monarquía española.

Estas líneas maestras aparecen ya en el caso del más conocido de los ilustrados interesados por los problemas económicos, el peruano José Baquíjano y Carrillo, figura destacada, de la implantación de las Luces en el virreinato, que publicaría en las páginas del Mercurio Peruano una divulgada Disertación histórica ,y política sobre el comercio del Perú (1791), donde se declararía defensor de la minería de la plata como fundamento de la riqueza del virreinato, además de manifestar sus reservas sobre los beneficios de la libertad de comercio y exigir una regulación de la balanza comercial. Posiciones ancladas en el mercantilismo más tradicional, más tímidas en algunos casos que las propias políticas del reformismo oficial metropolitano y siempre plenamente insertas dentro del marco del Despotismo Ilustrado y del sistema colonial. En cualquier caso, Baquíjano fue más allá en la crítica reformista al menos en una ocasión, en su Elogio del virrey Jáuregui (1781), donde hizo una pública reprobación de la actuación de las autoridades en la represión de los levantamientos de Huanuco, Arequipa y Urubamba tras la derrota de Túpac Amaru.

El mismo horizonte preside el pensamiento económico del cubano Francisco de Arango y Parreño, miembro de la Sociedad Económica de La Habana y síndico del Consulado de la misma ciudad, autor de varios escritos en favor del fomento económico de la isla, juzgado siempre compatible con el sistema de relaciones entre la metrópoli y las colonias. Si sus ideas aparecen ya con claridad en su Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla (1792), su pleno desarrollo se encuentra en otro escrito impreso por cuenta del propio Consulado, encabezado significativamente con una cita de Jovellanos y de título largo y explícito: Informe del síndico en el expediente instruido por el Consulado de La Habana sobre los medios que conviene proponer para sacar la agricultura y el comercio de la isla del apuro en que se hallan (1809).

Chile es el objeto de la reflexión del ilustrado Manuel de Salas, síndico del Consulado de Santiago desde 1795, quien a requerimiento del ministro de Hacienda Diego de Gardoqui redactaría una Representación... sobre el estado de la agricultura, industria y comercio del reino de Chile, que permanecería manuscrita hasta 1843, pero que ha sido considerada como uno de los textos precursores de la independencia, aunque en sus páginas apenas se detecten más que unas gotas de liberalismo económico dentro de un contenido general de raigambre mercantilista.

Manuel Belgrano, secretario del Consulado de Buenos Aires, presentó en razón de su cargo cuatro memorias que trataban de dar cuenta de la situación de la economía rioplatense en la inauguración del año consular. Todas ellas proponían además una serie de medidas concretas para el progreso de los distintos sectores que se remitían doctrinalmente a los escritos de los mercantilistas españoles e italianos (por delante de los fisiócratas y, por descontado, de Adam Smith, leído en fechas posteriores), especialmente a las tesis de Galiani sobre la necesidad de elaborar políticas económicas adaptadas a las peculiaridades de cada lugar. Posiblemente, la de más amplio contenido fuera la primera, leída en el año 1796, y cuyo título resulta suficientemente expresivo de su finalidad de contribuir a la reactivación de la economía del virreinato: Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio en un país agricultor.

Victorián de Villava, fiscal de la Audiencia de Charcas, merecería un lugar destacado ya sólo en su calidad de traductor de la obra de Antonio Genovesi Lecciones de Comercio o bien de Economía Civil, hecho que lo entronca con esta corriente mayoritaria que se inspiró en la producción de los mercantilistas tardíos italianos a la hora de articular una reflexión sobre la economía americana. Su obra más famosa, el Discurso sobre la mita de Potosí (1793), pese a pronunciarse sobre una debate tan característico como el de la primacía de la minería o de la agricultura, se inscribe más bien en el territorio del pensamiento social, desde su misma cita inicial, tomada de San Ambrosio: "Más debe mirarse por la vida de los mortales que por el aumento de los metales". En efecto, el texto es una condena del sistema de la mita para la explotación de las minas peruanas, donde los argumentos filantrópicos de aliento ilustrado en defensa de la población indígena, sometida al opresivo sistema laboral, pueden aunarse con un sutil apoyo a los intereses a largo plazo de la Monarquía, frente a las miras más inmediatas de los particulares, y a las exigencias de otros sectores, frente a la absoluta hegemonía del sector minero. El escrito suscitó la respuesta del intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, dando origen a una de las más interesantes polémicas de tema económico y social que se dieron en la América del siglo XVIII.

El influjo de la obra de Villava se dejó sentir sobre todo en la obra de Mariano Moreno, cuya Representación de los Hacendados (1809), considerada igualmente como uno de los escritos precursores de la emancipación, sigue inserta en la línea ecléctica y pragmática de defensa de intereses concretos y puntuales, en este caso aludiendo a los efectos negativos que sobre la producción local podría tener el comercio libre practicado con los ingleses.