Época: Reinado Isabel II
Inicio: Año 1856
Fin: Año 1858

Antecedente:
El curso de los acontecimientos

(C) Germán Rueda



Comentario

En el período comprendido entre 1856 y 1868 intervendrán tres grupos políticos: moderados, Unión Liberal (que predominó sobre los otros dos) y progresistas, quedando al margen dos partidos extremos: carlistas y demócratas.
El objetivo político de este período podría definirse como el intento de conciliar libertad y orden, al mismo tiempo que procedía a completar la uniformidad jurídica con leyes como las de notariado de 1862 y la hipotecaria de 1863.

De los tres partidos que están dentro del sistema, sólo los unionistas y moderados lograron el gobierno de la nación, del que se sienten excluidos los autodefinidos como progresistas puros, así como los demócratas y carlistas que les flanquean a izquierda y derecha. Por su parte, los progresistas apenas si participan del poder local. Situación que comparten con los neocatólicos, aunque éstos lograron varios ministerios.

Los neocatólicos no llegarán a organizarse como partido pero constituyen un sector de opinión con cierta coherencia doctrinal expresada a través de una prensa confesional. Participan en política apoyando a los moderados a los que tratan de inspirar la necesidad de llegar a establecer un régimen más conservador que el de 1845. La reconciliación del Vaticano con el régimen liberal, a través del Concordato de 1851, favorece su integración en el sistema, y su colaboración con los moderados en el bienio progresista fue recompensada a partir de 1856 con algunos ministerios: Nocedal, Marqués de Pidal y el acceso a las diputaciones, municipios y Cortes donde constituirán un grupo cuya principal utilidad, según Artola, era crear la ilusión de que Narváez era un gobernante centrista.

Tras los motines que tuvieron lugar en algunas localidades españolas en julio de 1856, O'Donnell y la reina forzarán la dimisión de Espartero. El primero, al frente del ejército regular, se opondrá a las milicias progresistas, que habrán de abandonar la lucha.

Apenas dos años después del pronunciamiento de Vicálvaro, O'Donnell se convertía en el restaurador del régimen que destruyera entonces: el moderado de la Constitución de 1845.

La primera disposición del nuevo gobierno fue disolver y reorganizar las diputaciones y ayuntamientos, a la que siguió, el 15 de agosto de 1856, la disolución de la Milicia Nacional.

En septiembre se ponía fin a la existencia legal de las Constituyentes y restablecía la Constitución de 1845, a la que se acompañaba un acta adicional que sólo estará vigente un mes y será símbolo del eclecticismo político, siempre dentro del liberalismo, que predomina desde 1856 a 1868. Por ejemplo, se incluían fórmulas transaccionales, como el nombramiento de alcaldes por la Corona sólo en las poblaciones de más de 40.000 habitantes, al tiempo que reflejaba una cierta preocupación por conservar algunas de las conquistas logradas en la inmediata etapa progresista, como los jurados para los delitos de imprenta y la permanencia de las Cortes durante un mínimo de cuatro meses.

En octubre de 1856, O'Donnell dejó el gobierno debido a la oposición de los moderados. La reina lo sustituyó por Narváez, que presidió el Consejo de Ministros hasta octubre de 1857. Al gobierno Narváez siguieron dos cortos gabinetes también moderados presididos por Francisco Armero (X/1857/1-1858) y Francisco Javier Istúriz (I/VI/1858). Se trata de un bienio que en muchos aspectos fue una continuación de la década moderada. Concretamente, completó el proceso restaurador hasta volver totalmente al régimen creado en 1845 con algunas reformas que limitaban el poder de las cámaras. En el mismo mes de octubre derogó el acta adicional y restableció la Ley de Ayuntamientos, en noviembre la de imprenta y en enero de 1857 se convocaron elecciones de acuerdo con la Ley Electoral de 1846.

El moderantismo ni era fuerte ni satisfacía las necesidades del momento. Por ello en junio de 1858 comenzó lo que se ha llamado el gobierno largo de Unión Liberal, el más prolongado del siglo, que duró hasta 1863.

Al frente estaba el gran ecléctico, como ha denominado José María Jover a O'Donnell. La política de Unión Liberal se desenvolvió sin excesivas dificultades, favorecida por una expansión económica y de cierta paz social.

En cuanto a la política exterior, que se desarrolla más adelante, hay que destacar la guerra de África (1859-1860) en la que se van a distinguir el General Prim y el propio O'Donnell. Fue guerra de prestigio que tuvo éxito. Sin embargo, el fracaso de la intervención en México (1861-1862) es una de las explicaciones de la dimisión de O'Donnell en 1863. La oposición moderada no perdió la oportunidad para presionar a la reina forzando un cambio de gobierno.

A partir de 1863, con la caída de O'Donnell, la situación se complicó. Tras la actitud conciliadora que representa el gabinete presidido por el Marqués de Miraflores (marzo de 1863 a enero de 1864), la reina llamó al moderado Arrazola a formar un breve gobierno (apenas duró un mes) que no prosperó por la intención de disolver las Cortes, a lo que Isabel II no accedió. Entre marzo y septiembre de 1864, el unionista Alejandro Mon intentó mitigar la legislación moderada pero no logró un acuerdo sobre política exterior y ello llevó a su caída. El gobierno Narváez, entre septiembre de 1864 y junio de 1865, provocó la denominada primera cuestión universitaria por la que, entre otros hechos, Castelar fue expulsado de su cátedra, hecho que provocó el enfrentamiento armado de la noche de San Daniel (10 de abril de 1865) en el que participaron estudiantes y fuerzas heterogéneas, como ha demostrado Paloma Rupérez.