Época: Mesopotamia
Inicio: Año 2350 A. C.
Fin: Año 2000 D.C.

Antecedente:
Mesopotamia y Oriente Medio: evolución histórica

(C) Alvaro Cruz García



Comentario

En el siglo XXIII a.C. termina el dinástico temprano con el reinado del semita Sargón de Akkad. Este gobernante es la primera gran personalidad de Mesopotamia, siendo el fundador de la dinastía acadia. Convertido en copero del rey de Kish, al que destronará, conseguirá no sólo unificar todas las ciudades-estado de Mesopotamia sino también dominar parte de Siria, Asia Menor y el Elam iraní, es decir, será el arquitecto del primer gran imperio de la región.
Sargón I deberá su triunfo, entre otros factores, a una nueva técnica militar. Sus tropas se arman con jabalinas, arcos y flechas, más eficaces que las pesadas lanzas de las falanges sumerias. Obra de Sargón es también la construcción de una nueva capital para su imperio, Akkad, y la instauración de un sistema imperial para dominar los territorios conquistados, según el cual gobernadores acadios dirigen la vida de las ciudades sometidas. También el acadio desplaza al sumerio como lengua oficial. Sin embargo, fueron constantes las revueltas y sublevaciones de los pueblos sometidos, una característica que se repetirá a lo largo de todo el periodo imperial acadio.

La unificación bajo un mando único de tan vastas regiones se tradujo en un gran desarrollo económico y artístico, abriéndose al comercio nuevos mercados y llegando a la región nuevas materias primas. La glíptica y la metalurgia alcanzaron gran desarrollo, la última especialmente gracias a la invención o perfeccionamiento de la técnica de la cera perdida.

El sostenimiento del aparato imperial se apoya ahora en la divinización del gobernante. Sargón y sus sucesores son adorados por el pueblo como deidades, probablemente por influencia egipcia, lo que podemos apreciar en la estela de Naram-Sin. Precisamente con este gobernante el imperio acadio alcanzó aun mayor tamaño, pues él mismo se denominaba "rey de las cuatro regiones del mundo". Sin embargo, a finales de su gobierno encontramos ya síntomas de una irreversible decadencia, marcada por las luchas sucesorias. De esta situación de debilidad se aprovechará un pueblo extranjero, los guti, llegados de los Montes Zagros del occidente iraní. Estos, en la segunda mitad del siglo XXII a.C., arrasarán Akkad, debilitada por una rebelión de los antiguos estados sumerios, y se instalarán en el norte de Mesopotamia durante los siguientes cien años. El periodo de dominio de los guti apenas deja rastros, más allá de algunas inscripciones y monumentos.

Con todo, el respeto y veneración por el legado acadio y, en especial, la referencia a Sargón, serán una constante en Mesopotamia durante muchos siglos después de su caída.

En el sur, las antiguas ciudades sumerias continúan su desarrollo, ya sin la dominación acadia, aunque desconocemos cuál fue la naturaleza de sus relaciones con los guti. Lagash parece ser la dominante en primera instancia, aunque será Utu-hegal de Uruk quien consiga expulsar a los guti. Un hermano de éste, Urnammu, rey de Ur, conseguirá dominar a las demás ciudades-estado y restaurar, en menor medida, el imperio acadio, aunque esta vez con capital en Ur. Este periodo es conocido como el de la III dinastía de Ur, abarcando entre 2047 y 1939 a.C.

Las diferencias entre el imperio acadio y el fundado por Urnammu no son sólo de tamaño. Las ciudades son gobernadas por un príncipe -"ensi"-, designado por el rey de Ur. El imperio se administra mediante una pléyade de funcionarios organizados de manera muy centralizada, encargados de controlar la producción y el tributo, sobre cuya labor nos han quedado numerosos documentos. La principal referencia en el Imperio de Ur es el pasado sumerio, en el que se basan sus soberanos a la hora de tomar decisiones. La llegada de nuevas gentes nómadas semitas no parece producir roces con la población nativa; antes al contrario, ambos elementos se mezclan, respetando la hegemonía de la cultura sumeria.

Durantes este periodo tienen lugar importantes innovaciones. Una es la tipificación del zigurat, que ahora queda como elemento definitorio de los templos, a modo de torre. Otra innovación es la de recoger en un texto todas las disposiciones legales importantes, precedente del famosísimo código de Hammurabi. El más importante texto jurídico de este periodo es el código de Urnammu.

Hacia el siglo XX a.C. cae el reino neosumerio, debido a la presión ejercida por pueblos extranjeros como los amorritas y elamitas. El último monarca será Ibbisín, quien fallecerá cautivo en Elam.