Comentario
Cuando, en el año 689 a.C. el asirio Senaquerib arrasa Babilonia y pone fin al I imperio babilónico, Asiria era ya militarmente una gran potencia. Sin embargo su historia se remonta mucho más atrás.
Mientras que sumerios, acadios o babilonios evolucionan en la Mesopotamia meridional, Asiria lo hace en el norte, en torno a una ciudad, Assur, en la orilla oeste del curso alto del Tigris. Es difícil conocer su historia durante el II milenio, existiendo periodos de gran oscuridad. Parece ser que estuvo bajo el dominio de Akkad y de la III dinastía de Ur. Pueblo de probable carácter nómada en origen, con el paso del tiempo los asirios se fueron sedentarizando y orientándose hacia el establecimiento en ciudades.
Hacia el año 1116, con el rey Tiglatpileser I, inician su expansión, continuada por los numerosos monarcas que le sucedieron. Los reyes, quienes se entendían a sí mismos como representantes del dios Assur, emprendieron grandes campañas de conquista, que hicieron de Asiria uno de los mayores imperios de la historia de Mesopotamia.
Pero la expansión de Asiria no fue sólo militar, pues también se basó en el comercio. Los comerciantes asirios mercadearon con estaño iraní o textiles propios o babilónicos, una actividad que, aparte de ser económicamente lucrativa, produjo la expansión de algunos rasgos culturales asirios, como su lengua y escritura. El empuje comercial fue paralelo y se benefició del engrandecimiento político asirio. Shamsi-Adad I, hijo de un príncipe de la región de Mari, logró usurpar el trono a un soberano asirio y establecer su propia dinastía. Con él, en Asiria entraron nuevas pautas culturales, principalmente babilónicas, entre las cuales la más importante fue la imposición del culto al dios babilónico Enlil, al mismo nivel que la deidad local Assur. Paralelamente, emprendió una política de alianzas y pactos con la que consiguió situar a Asiria como gran potencia regional, cuyo territorio ahora equivaldría a toda la Mesopotamia septentrional.
Su hijo Isme-Dagán, sin embargo, no tuvo la misma habilidad política y diplomática que su padre para sacar provecho del juego de las distintas potencias, con lo que Asiria quedó reducida nuevamente a su territorio original. Por si fuera poco, la penetración de pueblos nómadas desde el Irán y la falta de ayuda o incluso el enfrentamiento con el babilonio Hammurabi, produjeron la decadencia de este incipiente Imperio. Al mismo tiempo el comercio, una de sus bazas principales, quedó prácticamente liquidado. Con Isme-Dagán acaba el reinado paleoasirio, durante la primera mitad del siglo XVII, quedando Assur reducida a una ciudad-estado. Aunque en un futuro estará llamada a representar un papel muy importante en la historia de Mesopotamia, Asiria aún habrá de vivir siglos en un segundo plano, principalmente gracias al ascenso del reino de Mitanni.