Época: Roma
Inicio: Año 753 A. C.
Fin: Año 476




Comentario

Los primitivos comportamientos de los ciudadanos romanos, campesinos y a la vez soldados, terminaron quedando para las bajas capas de los hombres libres. El trabajo en la agricultura no había perdido así su primitiva dignidad. Pero los miembros de los órdenes quedaban destinados para ejercer funciones directivas: los del orden senatorial y muchos del ecuestre se comprometieron decididamente con el desempeño de tareas en la administración central (jurídicas, militares, financieras y de gobierno) mientras que los del orden decurional hacían lo mismo en el ámbito de la administración local. Naturalmente, no abandonaban la responsabilidad de la supervisión de sus haciendas, que eran gestionadas con la colaboración de sus libertos o esclavos de confianza.
Pero el resto de las actividades económicas, tanto los trabajos mineros como los artesanales o los propios de comerciantes gozaban de una mala consideración social en la ideología dominante del Imperio.

Una de las mayores condenas consistía en los trabajos forzados en minas o en canteras. Y Cicerón (De off., I, 42, 150) es representativo de esa ideología cuando califica los trabajos artesanales de sórdidos y por lo mismo propios de esclavos.

Aún así, el interés crematístico hacía saltar muchas barreras ideológicas. Si la propiedad sobre la tierra, además de ser más segura, era considerada más digna, incluso miembros de los más altos rangos sociales participaban en sociedades financieras que contrataban con el Estado o actuaban en empresas artesanales o comerciales. El relativo abandono del sector de servicios por parte de los ciudadanos abrió un amplio camino para que muchos libertos emprendedores se enriquecieran cubriendo ese vacío. Es así significativo el comprobar que los augustales, libertos ricos, tenían mayor peso en las ciudades portuarias (Barcelona, Tarragona...) o en aquellas que fueron importantes centros de comercio regional o comarcal. Así, por ejemplo, la gran sede de los augustales de Sarmizegetusa, aedes Augustalium, es considerada por Tudor como el mayor edificio público conocido hasta el presente en la provincia Dacia y el más importante en su género de todo el Imperio. Y en una ciudad portuaria de menor importancia como Herculano, sobresale también la sede de los augustales.

Así, los estatutos jurídicos y el rango social tienden a reflejar la posición de cada individuo en el proceso productivo.