Época: Reconquista
Inicio: Año 711
Fin: Año 900

Antecedente:
De Covadonga a la Reconquista



Comentario

La presencia carolingia en Pamplona y en Aragón finaliza prácticamente en los años iniciales del siglo IX cuando, aliados los banu Qasi a los Arista de Pamplona y a Córdoba, derrotan -en el año 824- al ejército franco mandado por los condes Eblo y Aznar, el primero de los cuales será enviado como prisionero a Córdoba. La revuelta contra los carolingios se extiende a Aragón donde el conde Aznar es sustituido por García el Malo, que no tardará en aliarse políticamente a Iñigo Arista y a los banu Qasi y en reforzar el acuerdo mediante alianzas matrimoniales que vinculan a muladíes, pamploneses y aragoneses: Iñigo Arista y el dirigente muladí Musa ibn Musa son hermanos de madre y el aragonés García, tras abandonar a su primera esposa, hija del conde Aznar, casa con una de las hijas de Iñigo Arista.La repetición de estos enlaces cristiano-musulmanes en el Valle del Ebro es prueba evidente de que la religión no es una barrera en estos momentos, de que por encima de las diferencias prima la comunidad de intereses que obliga a pamploneses, muladíes y aragoneses a unirse para evitar ser absorbidos por el Imperio o por los emires de Córdoba.Los conflictos internos impedirán a Luis el Piadoso intervenir en Pamplona y, mientras Córdoba acepte o tolere la semi-independencia de los muladíes del Ebro, las relaciones serán pacíficas. Bastará que Abd al-Rahman II recuerde la autoridad cordobesa nombrando valíes en Zaragoza y Tudela, en zonas habitualmente controladas por los banu Qasi, para que éstos y sus aliados pamploneses combatan al gobernador de Zaragoza y con su actitud provoquen una campaña en la que Abd al-Rahman ataca Pamplona, obliga a someterse a Musa e impone al monarca navarro la obligación de pagar setecientas monedas de oro al año en reconocimiento de la soberanía del emir cordobés. Sin duda, el impago de estas cantidades estaba en el origen de las campañas cordobesas y estará en el de las realizadas los años 843, 844 y 850 en las que Abd al-Rahman saquea las tierras pamplonesas e impone sus condiciones.El rey de Pamplona, aunque tributario, es independiente; sus aliados muladíes forman parte de al-Andalus y tras las derrotas Musa aceptará la autoridad cordobesa, incluso contra García Iñiguez de Pamplona, cuyos intereses coinciden cada vez más con los de los reyes asturianos, desde el momento en que Musa acepta cargos cordobeses que le obligan a combatir a sus antiguos aliados y a dirigir los ataques musulmanes contra el reino asturiano. Cuando los toledanos se sublevan contra Córdoba, Asturias y Pamplona apoyarán a los rebeldes, como una forma de debilitar el poder cordobés, y Musa estará al lado del emir. Las Crónicas cristianas recuerdan que este Musa, al que los suyos llamaron el tercer rey de España -los otros dos serían el emir cordobés y el monarca asturiano- llegó a gobernar Zaragoza, Tudela, Huesca y Toledo, donde puso como gobernador a su hijo Lup. Frente a pamploneses y asturianos -el reino se extiende hasta Vasconia- Musa fortificó el lugar de Albelda y contra esta plaza se dirigió un ejército dirigido por Ordoño I que capturó gran cantidad de botín, dio muerte a numerosos musulmanes y destruyó la ciudad hasta los cimientos. Lobo, el hijo de Musa gobernador de Toledo, se sometió al rey Ordoño con todos los suyos, y mientras vivió en esta vida, fue su súbdito. Y más adelante hizo con él muchas guerras contra los musulmanes. La importancia de esta batalla de Albelda (859) ha llevado a identificarla con la legendaria de Clavijo, lugar próximo a Albelda, en la que, según invención posterior, habría combatido el apóstol Santiago para poner fin al Tributo de las Cien Doncellas. Nada dicen las fuentes sobre la presencia de tropas navarras en Albelda, quizá porque este mismo año el reino estaba amenazado por la presencia en su territorio de grupos de vikingos que llegaron a hacer prisionero al rey García Iñiguez y exigieron un cuantioso rescate por su liberación, pero la alianza de Navarra y Asturias es clara para el emir, que lanza una campaña contra Pamplona el año 860, ocupa diversos castillos y hace prisionero al heredero del trono, Fortún Garcés, que permanecería prisionero en Córdoba durante veinte años. Al mismo tiempo que se refuerza la vinculación a Asturias -Alfonso III casaría con la pamplonesa Jimena-, García Iñiguez casaría a una de sus hijas, Oneca, con el conde Aznar Galindo II de Aragón, que buscaba de este modo la amistad de Pamplona, recurriendo a las alianzas matrimoniales, que no tienen en cuenta la religión de los contrayentes sino los intereses del momento. En este sentido, cabe recordar que durante su prisión, Fortún Garcés estuvo acompañado por su hija Oneca, de la que se dice que recibió como esposo al rey Abdella y engendró a Muhammad ibn Abdela que no es otro que el padre del primer califa, Abd al-Rahman III. De un posterior matrimonio de Oneca con Aznar Sánchez nacería Toda cuyo marido, Sancho Garcés, de la familia de los Jimeno, podría fin a la dinastía de los Arista en el año 905 y fortalecería la vinculación con la monarquía asturiana y con el condado de Aragón, en este caso a través de una complicada red matrimonial iniciada años antes entre los condes aragoneses, los reyes de Pamplona y los jefes musulmanes de la zona.Políticamente, Navarra y Aragón se han mantenido en un difícil equilibrio entre las potencias carolingia en el Norte y omeya en el Sur, pero cultural y religiosamente, los territorios pirenaicos se inclinan hacia una mayor identidad con el mundo cristiano representado por el Imperio en la zona oriental de Navarra y en Aragón, y en Álava por el mundo mozárabe, procedente de al-Andalus o pasado por el tamiz asturiano. La cristianización inicial del mundo navarro se manifiesta en la presencia de un obispo pamplonés en el III Concilio de Toledo del año 589, pero este detalle no impide que sesenta años más tarde el obispo Tajón de Zaragoza presente a los vascos, al servicio del rebelde Froya, "atacando los templos de Dios. Los sagrados altares fueron destruidos. Muchos clérigos fueron despedazados con las espadas y muchos cadáveres fueron dejados sin enterrar para pasto de los perros y las aves", y, en líneas generales, puede admitirse la escasa cristianización de los territorios situados al norte de la línea Vitoria-Leyre; la inclusión de los alaveses en el reino asturiano se traduce en la existencia de un obispo de Veleya de Álava cuya labor se completa desde los monasterios de La Rioja y desde el obispado de Valpuesta. La influencia carolingia es espacialmente visible en la zona próxima a Aragón, donde hay numerosos monasterios dotados de importantes bibliotecas, según reconoce Eulogio de Córdoba, en carta escrita al obispo de Pamplona el año 851 para agradecer las atenciones recibidas y darle noticias de los mártires cordobeses. Su carta es una fuente inestimable para romper los clichés habitualmente utilizados al hablar de las relaciones entre cristianos y musulmanes. Eulogio, aunque habla de la cruel fortuna que obligó a sus hermanos Alvaro e Isidoro a exiliarse junto al rey Luis de Baviera, tiene libertad para moverse por todo el territorio hispano y cuando intenta unirse a sus hermanos no son los musulmanes sino la anarquíaprovocada por nobles cristianos sublevados contra los reyes carolingios la que le impide continuar su camino; por esta razón, e invitado por el obispo pamplonés, visitó monasterios como Leyre, Igal, Urdaspal, Cillas y Siresa, de regreso a Córdoba pasa por Zaragoza, etapa de la ruta comercial que unía Córdoba con Europa, donde unos mercaderes le informan de la presencia de sus hermanos en Maguncia.Acogida similar a la de Wilesindo le dispensan en Zaragoza, ciudad musulmana, el obispo Senior, Sismundo en Sigüenza, Venerio en Compludo (Alcalá) o Vistremiro. Desde Córdoba hará llegar al obispo pamplonés reliquias de algunos mártires aprovechando el viaje de regreso a Pamplona de Galindo Iñiguez, mercader o embajador navarro.Alvaro, en la Vida de Eulogio, menciona la carta escrita por Eulogio, estando en la cárcel -dice-, y nos informa del alto nivel cultural existente en estos monasterios, en los que Eulogio encuentra y consigue copia de libros carolingios desconocidos por los mozárabes: La Ciudad de Dios, de San Agustín, la Eneida de Virgilio, los poemas de Juvenal y de Horacio, opúsculos de Porfirio iluminados, epigramas de Adelelmo, las Fábulas de Avieno y diversos himnos católicos...Tal vez se deba a un monje de estos monasterios el himno dedicado a Leodegundia, hija de Ordoño I, casada con el rey de los navarros para ratificar la alianza política establecida entre ambos reinos; y, como el mismo Eulogio declara, en Leyre pudo ver y copiar una biografía anónima de Mahoma que reproduce en el Libro Apologético de los Mártires para ridiculizar al profeta, cuyo cadáver, dice, fue devorado por los perros: "justo castigo que acabara llenando los vientres de los perros tan gran profeta y tal que perdió su alma y envió las de otros muchos a los infiernos".