Época: Reconquista
Inicio: Año 1000
Fin: Año 1300

Antecedente:
Sociedad, economía y cultura



Comentario

Pese a la importancia de la reforma de la Iglesia y de la Cristiandad iniciada por los cluniacenses, la Iglesia no fue capaz de escapar a los condicionamientos de la época, mantuvo una estructura feudal semejante a la de los laicos y conservó idéntica organización económica y social, por lo que monjes y eclesiásticos pueden ser asimilados por sus riquezas y formas de vida a los nobles. Contra esta situación se alzan numerosos reformadores que creen se debe llegar a un cambio total de las costumbres y exigen la vuelta de la Iglesia al ideal evangélico de la pobreza; dentro de esta corriente se inscribe la comunidad cisterciense creada en 1098 por Roberto de Molesmes y prontamente extendida por la Península. Son de fundación cisterciense monasterios como Fitero, La Oliva y Leire en Navarra, Poblet y Santes Creus en Cataluña, Piedra y Rueda en Aragón, Valbuena, Sacramenia, Bujedo y Sotosalbos en Castilla, Sandoval, Moreruela, Valparaiso y Carracedo en León, Sobrado, Melón y Osera en Galicia, Belmonte y Valdediós en AsturIas, Tarouca y Alcobaça en Portugal .... San Bernardo de Claraval, cisterciense, está en la base de la creación y organización de las Ordenes militares creadas para acoger y defender a los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa y combatir a los musulmanes, objetivo que despierta temprano interés en la Península, donde Alfonso el Batallador de Aragón y Navarra crea cofradías como las de Zaragoza, Uncastillo, Monreal o Belchite, precedentes de las Ordenes que se crearán en la segunda mitad del siglo XII. Calatrava fue la primera de una larga serie que incluye a las de Santiago, Alcántara y Avis y órdenes menos conocidas como las de Montegaudio, Santa María de España o San Jorge de Alfama; la disolución del Temple dio lugar en 1319 a la creación de dos nuevas órdenes: la de Montesa en la Corona de Aragón y la de Cristo en Portugal, que heredaron los bienes de los templarios...Por los mismos años en que surge el Císter y con características semejantes se fundan en Francia órdenes como la de Fontevrault, la Cartuja o la de los Premostratenses; en Fontevrault tienen acogida preferente las mujeres, por lo que ha llegado a afirmarse que se crea la abadía para acoger a las viudas de la alta nobleza; en la Península pertenecieron a este grupo los monasterios de Nuestra Señora de las Nieves, junto a Mayorga, protegido por la infanta Sancha, hermana del emperador, o el monasterio de Nuestra Señora de la Paz, junto a Oviedo, fundado por Guntroda Pérez, madre de una de las hijas de Alfonso VII. Los cartujos tienen sus primeras casas peninsulares en Scala Dei -1167-, entre Tarragona y Poblet, y San Pol de Mar en Cataluña, Portaceli en Valencia -1272-; más tardíamente se fundan las cartujas de Santa María del Paular en Castilla, Valldemosa en Mallorca... La Orden premostratense tiene casas en Fuentesclaras o Retuerta, La Vid, Sancti Spiritus de Ávila, San Leonardo de Alba de Tormes, La Caridad de Ciudad Rodrigo, Santa María la Real de Aguilar de Campóo, Ibeas de Juarros en Burgos; Vallclara, cerca de Montsant, Bellpuig en la comarca de Balaguer, Santa María de Artá en Mallorca, Urdax en Navarra...Cistercienses, premostratenses, comunidad de Fontevrault y cartujos buscan la reforma de la Iglesia mediante el ejemplo personal, huyendo de los honores y riquezas -aunque sus herederos no siempre lo consigan- y viviendo en el más absoluto aislamiento; otros grupos de clérigos y laicos aspiran a reformar las costumbres mediante la predicación, intentando convencer no sólo con el ejemplo sino también con la palabra; su actitud choca con la jerarquía eclesiástica, que se resiste a abandonar el monopolio de la predicación-enseñanza en favor de los laicos, y que teme que los fieles contrasten la teoría evangélica de los predicadores con la práctica de los clérigos y se opongan a la jerarquía por cuanto ésta se identifica con la nobleza feudal en el campo y con el patriciado en las ciudades.Entre los predicadores laicos destacan Pedro Valdo y Francisco de Asís; el segundo se acomodaría a las exigencias de la jerarquía y su movimiento será incorporado, tras la adaptación correspondiente, al sistema eclesiástico; sus seguidores formarán la orden franciscana. Pedro Valdo se negaría a aceptar la injerencia eclesiástica y sus teorías serán condenadas como heréticas por la Iglesia, y para combatir doctrinalmente a los valdenses y a los cátaros -otro grupo herético surgido en el sur de Francia- fue creada en el siglo XIII por Domingo de Guzmán la orden de los dominicos; completan esta relación de órdenes surgidas durante este período las creadas a comienzos del siglo XIII para redimir cautivos (trinitarios y mercedarios) y las de origen eremítico (carmelitas y agustinos). Todos estos frailes, por estricta que sea la regla, viven en el mundo, en las ciudades, y desempeñan un papel fundamental en la centralización realizada por Roma en el siglo XIII, y en las Universidades. Numerosos conventos franciscanos atribuyen su fundación a Francisco de Asís, peregrino a Santiago en 1213-1214, pero no parece que el santo interviniera en la fundación de las casas de Vitoria, Pamplona, Sangüesa, Tudela, Tarazona, Lérida, Cervera, Barcelona, Burgos, León, Astorga... aunque muchos de estos conventos fueron creados en vida del fundador y ya en 1217 se menciona la provincia franciscana de España, que se dividiría en tres, dada la proliferación de conventos, en 1322. Similar difusión tuvieron los monasterios femeninos (clarisas) existentes prácticamente en todas las ciudades peninsulares. La orden de los frailes predicadores o dominicos se extendió rápidamente por la Península, donde en 1217 ya existía un convento en Madrid y poco después el fundador creaba personalmente los conventos de Segovia, Palencia, Zamora, Santiago y Zaragoza, a los que siguieron los de Barcelona, Valencia, Játiva, Palma de Mallorca, Salamanca, Tarragona, Gerona...Si en algún lugar podían surgir órdenes dedicadas a la redención de cautivos en poder de los musulmanes era en la Península, en las zonas costeras amenazadas por los piratas, y catalanes fueron el fundador de los trinitarios, San Juan de Mata, y el de los mercedarios, San Pedro Nolasco, cuyas casas hallamos repartidas por toda la geografía hispana, y no menor difusión, aunque algo más tardía, tuvieron los mendicantes agustinos y los carmelitas, cuyos conventos coexisten con los antiguos monasterios benedictinos, agrupados por disposición del concilio de Letrán de 1215 en provincias.