Época: Reconquista
Inicio: Año 1000
Fin: Año 1300

Antecedente:
Arte y cultura



Comentario

En una sociedad dominada por defensores y clérigos, las manifestaciones culturales son obra de estos dos grupos o están dirigidas a ellos y, desde el siglo XIII, a los ciudadanos y dirigentes concejiles o al Rey que, junto con los anteriores, tiene el poder sobre el Reino. El arte es casi exclusivamente religioso y trazar su historia equivale a hacer un recorrido por las principales iglesias y monasterios de la Península siguiendo las rutas del Románico y del Gótico, símbolos de la unificación de la Cristiandad occidental que se difunden con las órdenes monásticas de Cluny, el Románico, y del Císter, el Gótico. La interminable lista de iglesias románicas se inicia con Sant Pere de Roda o el monasterio de Ripoll en Cataluña; sigue con el monasterio de Leyre en Navarra, la catedral de Jaca, las iglesias de San Isidoro de León, San Martín de Frómista, las catedrales de Zamora y Salamanca, la colegiata de Toro, iglesias parroquiales de casi todas las ciudades de la meseta Norte -recuérdese la iglesia de San Vicente en Ávila-, iglesias y catedrales de Orense y Lugo... para terminar en Santiago de Compostela, culminación de este arte que se identifica geográficamente con las peregrinaciones jacobeas. Entre las manifestaciones escultóricas románicas cabe citar el Pórtico de la Gloria o la Puerta de las Platerías de Santiago, el claustro del monasterio de Silos, la portada de San Vicente de Avila o de Santa María la Real de Sangüesa. La pintura tiene su mejor representación en Sant Joan de Bohí, el Pantocrator de Sant Climent de Taüll, la Virgen de Santa María de Taüll, el ábside de San Juan de Uncastillo, la sala capitular del monasterio aragonés de Sigena, San Baudelio de Casillas de Berlanga, Santa Cruz de Maderuelo, San Isidoro de León...El arte gótico, introducido por los monjes cistercienses sigue la ruta y la irradiación de sus fundaciones en Moreruela, Las Huelgas, Poblet, Santes Creus y Alcobaça y tiene sus mejores representaciones en las iglesias catedralicias de ciudades como Burgos, Toledo y León del siglo XIII y en las iglesias de Santa María del Mar, Santa María del Pi de Barcelona, y las catedrales de Gerona y de Pamplona en el siglo XIV. Románico y Gótico vinculan a la Península con Europa, y el arte mudéjar recuerda las diferencias que todavía existen en edificios como la Seo de Zaragoza, las iglesias del Salvador y de San Martín de Teruel, San Pablo de Zaragoza, Santa María de Calatayud... Contemporáneos de iglesias y monasterios son los numerosos castillos construidos por la nobleza y edificios civiles como las lonjas comerciales de Barcelona, Valencia, Palma de Mallorca y Perpiñán, el palacio real de Barcelona con el Salón del Tinell, el edificio de las atarazanas barcelonesas, el palacio-castillo de Bellver en Palma de Mallorca..., símbolos de la importancia de las ciudades, de la actividad comercial y de la necesidad de realzar el papel de la monarquía.Estas construcciones civiles tienen su equivalente literario en el uso de las lenguas romances que, lentamente, van imponiéndose al latín aunque éste conserve durante siglos importancia como lengua filosófica, científica y litúrgica. Tampoco es casualidad que sean dos reyes, Alfonso Xy Jaime I quienes eleven las lenguas romances al rango de literarias: los monarcas están interesados en favorecer la difusión de las lenguas habladas no sólo porque éstas reflejan mejor el sentir de la población y pueden ser entendidas por quienes ignoran el latín sino también porque el uso de un idioma propio es una nota diferencial que permite a los reyes acentuar sus diferencias frente a los dos poderes universales: el Pontificado y el Imperio. Cuando Alfonso X afirma que él es "emperador en su reino" está negando al emperador el derecho de intervención en los asuntos castellanos, y cuando él o Jaime I escriben sus crónicas en castellano o en catalán utilizan una lengua que aspira a ser nacional frente al universalismo del latín.La literatura no es, en muchos casos y al margen de sus valores intrínsecos, sino uno de los medios para difundir doctrinas, ideas y creencias de todo tipo y nada tiene de extraño que en una sociedad en manos de clérigos y nobles, la literatura sea obra de estos grupos y esté a su servicio. Los clérigos y los juglares que siguen a la Corte y recitan a los nobles las hazañas de los antepasados, son los primeros poetas en lengua castellana, autores de obras como el Poema de Mío Cid y Los Milagros de Berceo, representativas de lo que se ha dado en llamar, significativamente, mester u oficio de juglaría y mester de clerecía. El juglar entretiene, distrae al público de múltiples formas entre las que destaca el recitado de poemas de temática diversa pero entre los que, en una sociedad militar, tienen especial acogida los poemas épicos, de exaltación de los héroes. El Poema del Cid es prácticamente la única epopeya conocida en castellano, pero se conservan noticias y fragmentos de otras en las Crónicas del siglo XIII y en el Romancero, alusivas a la intervención carolingia en la Península o a los orígenes de Castilla. El tema épico no es el único cantado por los juglares de una sociedad religiosa y entre sus obras se incluyen poemas hagiográficos como el Libro de la infancia y muerte de Jesús o la Vida de Santa María Egipciaca y no faltan debates y disputas como la Disputa del alma y el cuerpo, Razón de Amor, Denuestos del agua y del vino o la disputa de Elena y María en la que cada una de las mujeres ensalza el modo de vida y las cualidades de sus amantes que son, como no podía ser menos, un clérigo y un caballero.Junto a las obras de los juglares, populares, se produce en el siglo XIII poesía erudita, obra de personas cultas con formación latino-eclesiástica. Formalmente destacan por la regularidad métrica y el lenguaje cuidado y selecto y sus temas no están tomados de la vida ordinaria sino de fuentes escritas que sólo conocen quienes tienen una preparación adecuada, como Gonzalo de Berceo, único poeta conocido para esta época, monje del monasterio dedicado a San Millán que escribe la vida del patrón de su monasterio, la de Santo Domingo de Silos y la de Santa Oria, santos vinculados al monasterio hacia el que se pretende atraer los donativos de los fieles recordando, por ejemplo, que San Millán salvó a los castellanos del peligro musulmán y éstos en agradecimiento están obligados a pagar los Votos de San Millán del mismo modo que los leoneses pagan los Votos de Santiago. Junto a otras obras de Berceo con loores y milagros de la Virgen, sobre el martirio de San Lorenzo o sobre la Misa, se incluyen en el mester de clerecía obras como el Libro de Apolonio, novela de aventuras de origen griego, el Libro de Alexandre en el que se novela la vida de Alejandro Magno al que se presenta como un caballero medieval, o el Llanto por la pérdida de Jerusalén. En las cortes señoriales europeas, al margen del mundo clerical, surge un nuevo tipo de poesía, la poesía lírica o cortés, que se manifiesta en canciones de mujer y canciones de amor cantadas por los trovadores, portavoces de una sociedad en la que la actividad militar deja paso a la vida cortesana, la guerra a las justas y torneos y los violentos poemas épicos a canciones de homenaje a la mujer, que es equiparada al señor feudal del que el trovador se declara vasallo. La profesionalidad de algunos trovadores, que tienen en la poesía su forma de vida, hace que incluso en la guerrera corte castellana de Alfonso VII aparezcan trovadores, pero donde verdaderamente tienen importancia es en la corte catalano-aragonesa donde tanto Ramón Berenguer IV como Alfonso el Casto se identifican con el mundo de los trovadores y, en ocasiones, los utilizan con finalidad política pues la poesía cantada ha sido siempre y es en esta época un arma política.Ligeramente posterior en el tiempo a la poesía provenzal es la poesía gallego-portuguesa -sus manifestaciones son del siglo XIII- que para unos es una derivación lógica y natural de la lírica mozárabe y se trataría según otros de una imitación de la poesía provenzal llegada a Galicia con los peregrinos jacobeos. Junto a cantigas de amor y de amigo, equiparables a las provenzales, se escriben en gallego cantigas de romería y de mar y cantigas de escarnio y maldecir que se refieren casi siempre a hechos y personas concretas presentadas con todo tipo de defectos y lacras.Los poetas goliardos son otra de las múltiples manifestaciones de los cambios experimentados en los siglos XI-XIII. Estos poetas vagabundos son fruto de la movilidad social provocada por el auge demográfico y por el desarrollo del comercio y de las ciudades. No se encuadran en ninguno de los grupos sociales existentes, carecen de recursos y viven en las escuelas urbanas como domésticos de los estudiantes acomodados, de la mendicidad y, en muchos casos, como juglares y bufones. Sin domicilio fijo, se desplazan continuamente siguiendo a los maestros célebres. Sus poemas atacan a la sociedad, a todos los grupos establecidos; cantan el juego, el vino y el amor y uno de sus blancos preferidos es la jerarquía eclesiástica, a la que se caricaturiza o refleja en poemas como la parodia del evangelio de San Marcos convertido en el Evangelio del marco de plato, del que puede verse una réplica indirecta y tardía en el poema del arcipreste de Hita sobre la "propiedat quel dinero ha". En el monasterio de Ripoll, uno de los centros culturales más importantes de Europa en estos siglos, se han conservado algunas composiciones amatorias de fines del siglo XII, escritas por un monje anónimo.Aceptable poeta en gallego, autor de las Cantigas o alabanzas de la Virgen y de numerosas cantigas de escarnio, Alfonso X es considerado, con razón, el creador de la prosa literaria castellana aunque con anterioridad a las obras escritas por él o por el círculo de letrados que lo rodeaban se escribieron algunas obras en romance castellano y él mismo o su hermano Fadrique hicieron traducir el Libro de Calila e Dinna y el Sendeber, colecciones de cuentos de origen hindú llegados al mundo árabe a través de los persas. El mérito principal de Alfonso radica en haber reunido todo el saber de su época en el idioma hablado por sus súbditos; para él trabajan sabios musulmanes y judíos que traducen las obras árabes y hebreas, y cristianos que colaboran con el monarca y escriben en castellano obras jurídicas como el código de Las Siete Partidas o el Setenario, tratados científicos (Libros del saber de astronomía, Lapidario, Tablas Alfonsíes, Libro de las Cruces) los Libros de açedrex, dados e tablas...El prólogo al Libro de las Cruces es un canto a la ciencia y a la superioridad del hombre culto representado por Alfonso "en qui Dyos puso seso et entendemiento et saber sobre todos los príncipes de su tyempo" y le hizo entender que de nada sirve el conocimiento si permanece oculto, si no se divulga, razón por la que mandó trasladar este libro del árabe al castellano por el judío Judah ben Moses al-Cohen. Ideas semejantes encontramos en el prólogo a la primera Crónica escrita en castellano, atribuida al círculo de Alfonso X aunque su redacción definitiva corresponda al reinado de su hijo Sancho IV. La Primera Crónica General de España se inicia recordando que los sabios antiguos, a través del conocimiento de las cosas del pasado, "sopieron las que avíen de venir" y para que su conocimiento fuera útil acordaron ponerlo por escrito, ejemplo que sigue Alfonso para que "fuesse sabudo el comienço de los españoles et de quáles yentes fuera España maltrecha... et quáles reyes ganaron la tierra fasta en el mar Mediterráneo, et qué obras fizo cada uno... fastal nuestro tiempo". Tal como ha llegado hasta nosotros, la obra finaliza con el reinado de Fernando III. Al prólogo y a la Crónica de Alfonso, que se remonta a la creación del hombre y se detiene en el umbral de su reinado, cabe contraponer y equiparar la Crónica o Llibre dels Feits (Libro de los hechos) del reinado de Jaime I, escrita en catalán por el monarca para que los hombres conozcan los favores hechos por Dios al rey. Con esta obra se inicia la literatura catalana que tendrá su mejor representante durante el siglo XIII en Ramón Llull (1232 ó 1234-1316) vinculado a los franciscanos con los que comparte la vocación misionera, el intento de convertir a la verdadera fe a judíos y musulmanes. Autor de más de doscientas setenta obras escritas en catalán, árabe, latín y provenzal, está convencido de que Dios le ha inspirado el arte, la forma de convertir a los infieles y dedica su vida, tras abandonar la vida cortesana en 1265, a convencer a los reyes para que creen centros en los que los misioneros aprendan el árabe y a exponer sus ideas sobre la forma de convencer a los musulmanes; con esta idea se escribe el Art abreujat d'atrobar veritat (Arte Abreviado de hallar la verdad) en el que procura reducir todas sus ideas a un breve número de principios aptos para responder a todas las posibles preguntas; hacia 1296 escribe el Arbre de Sciéncia que es una verdadera enciclopedia en la que se jerarquizan todos los aspectos del saber bajo la alegoría de árboles, tronco, ramas, hojas...Junto a estas obras de carácter enciclopédico, Llull escribió numerosos tratados científicos, de medicina, física, geometría, astronomía y astrología, generalmente traducidos del árabe y cuyo principal mérito reside en la utilización por primera vez de un léxico científico en catalán. La educación es otra de sus preocupaciones constantes y para sus contemporáneos escribe la Doctrina Pueril sobre la educación de los niños o el Liure del ordre de cavayleria, tratado didáctico destinado a la formación del caballero cristiano; en Blanquerna expone sus enseñanzas y experiencias en forma novelada y describe la vida humana en todos los estados posibles: matrimonio o estado civil y estado eclesiástico en todos sus grados: monje, ermitaño, obispo, papa... Convencido de la importancia e interés de su obra, tras atribuir todo el mérito a Dios, Llull declara que el Libre de contemplació en Déu es "bueno y provechoso para alegrar, consolar, dar consejo..., para ver, oír, oler, gustar, sentir... Tontas cosas son aquellas por las que este libro es bueno que no tenemos tiempo ni lugar para contar todos las bondades y grandezas por las que este libro es bueno", y por su obra un hombre profundamente religioso como Llull llega a poner en peligro su salvación personal: cuando tiene una visión en la que se le ordena ingrese en la orden de los dominicos si quiere salvarse, desobedece porque los dominicos no le inspiran confianza y teme que si entra en la orden destruirán su obra; obligado a elegir, decidió "que más valía condenarse él solo que ser la causa de la condenación eterna de otros que no se salvarían si se perdía su Art", y obedeciendo a medias el mandato divino solicitó el ingreso en una Orden, en la de los franciscanos, que veían con mejores ojos que los dominicos el Arte inspirado por Dios a Llull.