Comentario
Un análisis detenido de la actividad manufacturera y mercantil en aquellos siglos muestra también las limitaciones bizantinas en este campo: no llegó a haber concentración artesanal fuerte ni siquiera en subsectores como el textil, y el comercio exterior, e incluso el interior, fueron actividades relativamente marginales, incapaces de generar acumulación de capitales, ceñidas al abastecimiento de las ciudades, mientras que las aristocracias se mantuvieron ligadas exclusivamente al sector agrario y no dedicaron a otras actividades parte de sus rentas.
En lo que se refiere a las manufacturas, sólo las de propiedad imperial producían concentración de medios y trabajadores. Las privadas solían estar repartidas en numerosos talleres (ergasterion) urbanos cuyos propietarios sólo podían formar parte de una corporación profesional; lo habitual es que el taller fuera atendido por la propia familia con ayuda, a lo sumo, de algunos obreros o esclavos domésticos. La intervención del poder público se limitaba a asegurar los precios, calidades, pesos y medidas de productos o servicios de primera necesidad como eran los relativos a la alimentación, construcción, cambio de moneda, comercio de metales preciosos y fe pública notarial, y a garantizar que se pagaran los impuestos correspondientes: estas finalidades limitadas son las que interesan en el llamado "Libro del Eparca", que se atribuye a León VI: en su descripción de 22 corporaciones y de las funciones de control ejercidas por el eparca no hay, por lo tanto, una imagen completa de la actividad manufacturera en Constantinopla porque no se mencionan oficios tan importantes como la orfebrería y los metalúrgicos, de armamento, navales, vidriería, cerámicos, del cuero, de la seda o de los tintes, todos ellos bien desarrollados en la capital del Imperio; la manufactura sedera, especialmente, era objeto de gran atención para asegurar su calidad. Las cerámicas más apreciadas procedían de Corinto, Nicomedia y Tesalónica. Esta última ciudad, importante puerto y centro militar, tenía también fama por sus industrias de confección. Y la seda se hilaba y tejía en muchas localidades de Grecia: Tebas, Esparta, Corinto, entre otras. Las sederías griegas aún mantenían su importancia en el siglo XII.