Comentario
La mujer en América jugó un importante papel catalizador en la transmisión de los valores culturales y propició la configuración de una cultura que integraba elementos españoles y americanos. Fueron ellas las que permitieron una mayor permeabilidad entre las repúblicas de españoles e indios. El cruce de los tres grupos raciales más importantes -el español, el indígena y el africano- gestó en América un sinnúmero de variedades raciales, cuyo resultado inicial dio origen a los mestizos, los mulatos y los zambos o chinos, productos del cruce de sangre española e india, española y negra, y negra e india. También es cierto que las variantes regionales fueron patentes. En lugares donde la población indígena era escasa, como en el norte de México, los hispanos practicaron la endogamia y los patrones ibéricos perduraron más. En cualquier caso, era una forma de permanencia que se adaptaba también a la sociedad nueva en la que las normas eran menos rígidas y la movilidad social había debilitado los rasgos de la sociedad estamental de la que provenían. En otros lugares, en los que la población autóctona era mayor, el mestizaje influyó en la organización familiar al propiciar el cruce de modelos y alumbrar nuevas formas.