Época: Grecia Arcaica
Inicio: Año 700 A. C.
Fin: Año 500 D.C.

Antecedente:
La propiedad de la tierra
Siguientes:
Los colonizadores
Fases y origen de las fundaciones
Modelos de colonización
Proceso histórico colonizador
Estructura étnico-cultural del Mediterráneo
Estructura étnico-cultural de la Europa Templada
Estructura étnico-cultural de la Europa Oriental



Comentario

Aunque el movimiento colonial pueda considerarse como un fenómeno griego que responde a las características de un momento específico de la historia de Grecia como un todo, sin embargo, dadas las características peculiares de las poleis en formación, no puede extrañar que en la practica funcione de modo muy variado. En efecto, el fenómeno ofrece un amplio panorama, de modo que algunas de las ciudades centran la mayor parte de su actividad en este terreno y otras no participan en absoluto.
Las ciudades de la isla de Eubea habían participado en movimientos precoloniales y fueron las primeras en fundar una colonia propiamente dicha. Se sabe que allí ha habido un enfrentamiento, la guerra lelantina, en torno a la llanura del río Lelanto, y que la época coincide, según los datos arqueológicos procedentes de las tumbas principescas de Lefkandi, con el período en que los enterramientos experimentan cambios indicativos del paso de una basileia a la oligarquía hoplítica. La conjunción de los fenómenos define el período de transición. Tras la fundación de la colonia de Cumas, las otras fundaciones conjugan intereses de la explotación agrícola con el control de las rutas, sobre todo en el estrecho de Mesina. Regio y Zancla ocupan los dos lados del estrecho; Naxos, Catana y Leontinos, desde la costa oriental de Sicilia, penetran en los fértiles campos de este lado de la isla. Otros importantes puntos de atención de la colonización euboica fueron la península Calcídica, así llamada por la abundancia de ciudades procedentes de Calcis, y una parte de la costa de Tracia, al norte del Egeo.

La ciudad de Corinto, bajo la familia dinástica de los Baquíadas, desarrolló su principal actividad fundacional en las islas y costas del mar Jónico,

por ejemplo, en Corcira, pero la principal colonia occidental de Corinto fue sin duda Siracusa. Su presencia en Potidea, en Calcídica, también tuvo repercusiones en la posterior historia de las relaciones entre ciudades griegas.

En el Ponto Euxino, fue la ciudad jónica de Mileto la que desde el siglo VIII impuso su presencia y llenó de asentamientos coloniales prácticamente todas

sus costas incluidas las de la Propóntide.

Tales son los puntos dominantes en el origen de la colonización. A ello hay que añadir la colonización aquea, procedente del norte del Peloponeso, donde nada permite pensar en la configuración de un sistema similar al de la polis. Sin embargo, puede afirmarse que prácticamente todo el sur de Italia fue ocupado por colonias aqueas que llegaron a formar una unidad en diversos aspectos de su vida económica, política y cultural. Es la zona que recibiría propiamente el nombre de Magna Grecia, capaz de controlar colonias de otro origen, como Siris, fundada por exiliados de Colofón, pero luego integrada en el mundo aqueo. Algunas colonias representaron fenómenos aislados, como la de Mégara Hiblea, procedente de Mégara, o la de Tarento, desde Esparta, en condiciones muy específicas, vinculadas al especial desarrollo que experimentó la ciudad laconia.

Rodios y cretenses intervienen juntos en la fundación de Gela, en Sicilia, pero ambos, sobre todo los primeros, están constantemente presentes en las narraciones de viajes, reales o legendarios, por todo el Mediterráneo, seguramente por su integración dentro del mundo de los viajeros fenicios. Creta y Tera también aparecen implicadas en los viajes que llevaron a la fundación de Cirene, en el norte de Africa, punto de partida de la expansión por la costa de la península Cirenaica. Carácter específico tuvo Naucratis, en el delta del Nilo, centro empórico protegido por el faraón, donde griegos originarios de varias ciudades se repartían el beneficio a través de pactos que garantizaban las relaciones con los habitantes del territorio circundante.

En el extremo occidental del Mediterráneo cualquier contacto anterior al siglo VII permanece sumido en las elaboraciones legendarias que sólo permiten plantear hipótesis sobre el modo de configurarse un mundo mítico a través de realidades inalcanzables. Los datos sobre Coleo de Samos, que entró en contacto con Tartessos a través de una ruta relacionada con los viajes griegos a Cirene, permiten hablar de algún contacto con centros protegidos gracias a pactos con la realeza indígena, por los cuales pudieron los griegos llevar importantes riquezas a la isla de Samos y hacer ofrendas valiosas en el templo de Hera. Más tarde, son los habitantes de Focea los que llegan a Tartessos y, aunque no se asientan en la chora, recibieron riquenas. Cuando mas tarde, expulsados por los persas de su ciudad, en Asia Menor, buscaron asentamiento, lo encontraron en Elea. Asimismo fundaron Masalia, que se convirtió en un centro imperialista del que dependían otras colonias, como Emporion, centro del territorio ampuritano, único lugar seguro de penetración de la cultura griega en la Península Ibérica de modo directo.